Publicista, libretista de
radio y televisión, inventor y fotógrafo de incógnito. Alfredo Cortina
(Carabobo, 1903 – Caracas 1988) desarrolló todas esas actividades a lo largo de
su vida, pero fue su labor como fotógrafo la más desconocida –de hecho siempre
la mantuvo oculta y jamás expuso ninguna de sus fotografías-.
La colección PHotoBolsillo
rescata - en colaboración con el Archivo Fotografía Urbana de Venezuela,
institución dedicada a la conservación, difusión e investigación de la memoria
urbana del país a través de la fotografía - la obra de este fotógrafo que
plasma desde una mirada “fría”, que no parece tomar partido, las paradojas y
contrastes de la Venezuela del siglo XX.
Más concretamente la
realidad de aquel país que entre 1936 y 1989 se desdoblaba en ciudades y
pueblos miserables con niños sucios jugando en las calles; y el ambiente de las
élites europeizadas, en calles limpias de entornos urbanos con aeropuertos y
repletos de comercios.
La obra de Cortina se
presenta como un sistema de estas oposiciones, testigo del fracaso de un
proyecto de modernidad y progreso que parecía no poder salir adelante. Un
sistema de contrastes que también refleja con instantáneas de las nuevas
estructuras arquitectónicas del país, presididas por las construcciones de
hormigón, en oposición a la Venezuela colonial de caserones de madera.
El libro cuenta con 60
fotografías en blanco y negro, precedidas por un prólogo del historiador y
comisario de arte moderno Ariel Jiménez. Imágenes de calles, edificios,
paisajes rurales y urbanos, una serie dedicada a las esquinas de Caracas y
varias en las que Cortina utiliza a su mujer, la poetisa Elizabeth Schön, a
quien Cortina utilizó como punto de anclaje, eje o referencia de escala para
muchas de sus fotografías durante más de treinta años.
Las imágenes de Alfredo
Cortina son un hallazgo artístico y
sociológico casi desconocido en Europa. De hecho, las imágenes de Cortina
fueron seleccionadas por el comisario Luis Pérez Oramas para la Trigésima
Bienal de São Paulo (2012), quien definió al fotógrafo venezolano como “un
Cindy Sherman anticipado”.
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