En una sala de exposiciones, dos
visitantes admiran una muestra de fotografía. Les extraña que todas las
imágenes sean en blanco y negro. Uno de los visitantes se aproxima a la
artista, la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, y le pregunta por qué no trabaja
con color. “Yo considero el color fantasía. Veo la realidad en blanco y negro”,
afirma la fotógrafa.
Así comienza Iguana Lady,, una
biografía, en clave de novela gráfica que, a través de los textos de Isabel
Quintero y las ilustraciones de Zeke
Peña, descubre la figura de Iturbide, la
fotógrafa mexicana contemporánea más importante, cuyas icónicas imágenes han
esparcido la esencia de su país por todo el mundo.
El libro recoge casi cinco
décadas de su producción fotográfica. Desvela datos de su biografía que
marcaron su forma de aproximarse a la fotografía, los amigos y maestros con los
que se forma y colabora, y sus anhelos y motivaciones como fotógrafa.
Graciela Iturbide es un icono de
la cultura mexicana. Una fotógrafa que construye imágenes llenas de realismo,
alejadas de la magia o el surrealismo, dos términos con los que en ocasiones se
han definido sus fotos, aunque ella huye de ambos conceptos.
En 1979, Iturbide realiza su
primer proyecto importante, un trabajo sobre los seris, pueblo indígena del
desierto de Sonora, prácticamente desaparecido por la influencia de Occidente.
En esta serie, a la que pertenece Mujer ángel, una de sus imágenes más
conocidas, se pone de manifiesto una de las constantes de la obra de Graciela
Iturbide: su capacidad para retratar un espacio intermedio, en el que se cruzan
mundos desconocidos, reales e imaginarios. Se trata de una fotografía que se
asienta en la realidad pero que a la vez existe en un espacio “interregno”.
Sus imágenes, más allá de
documentar la vida mexicana, proporcionan un trasfondo que se compone de
diferentes historias, una mezcla de lo indígena y lo poscolonial que ella
define como el “tempo mexicano”.
Iguana Lady nos muestra cómo, a
raíz de la muerte de su hija, Iturbide abandona el cine para volcarse en la
fotografía. El libro recoge también su formación con Manuel Álvarez Bravo, de
quien aprenderá a mirar a través del objetivo, y su amistad y colaboración con
el pintor Francisco Toledo. Será este precisamente quien le invite a
fotografiar a las mujeres de Juchitán, en el estado de Oaxaca, que se
convertirá en otra de sus series más representativas.
Iturbide también ha puesto rostro
a los mexicanos residentes en la ciudad de Los Ángeles, reivindicando a toda
una comunidad atrapada entre dos mundos. La juventud de Tijuana, los ritos
religiosos, los oficios paganos, las ceremonias ancestrales como La Mixteca o
los paisajes mexicanos son otros de los temas recurrentes de esta artista, que
a través de sus series fotográficas se ha convertido en la representante más
icónica de México.
Graciela Iturbide nació en 1942 en la Ciudad de México. En 1969 ingresa en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México para convertirse en directora de cine. Pronto se interesó por el mundo de la fotografía y se formó con Manuel Álvarez Bravo, quien estaba enseñando en la misma universidad. De 1970-71 trabajó como su asistente, acompañándolo en viajes a través de México. A principios de los años 70, Iturbide conoció buena parte de Latinoamérica, en particular Cuba y Panamá.
En 1978, Iturbide fue comisionada
por el Archivo Etnográfico del Instituto Nacional Indigenista de México para
documentar la población indígena del país. La fotógrafa decidió fotografiar al
pueblo seri, un grupo de pescadores nómadas del desierto de Sonora, al noroeste
de México y cercano a la frontera con Arizona.
En 1979, el artista Francisco
Toledo le invita a fotografiar el pueblo de Juchitán, que forma parte de la
cultura zapoteca en Oaxaca, en el sureste mexicano. La serie iniciada en 1979 y
continuada hasta 1988 tuvo como resultado la publicación del libro Juchitán de
las Mujeres, en 1989, en colaboración con Elena Poniatowska. Entre 1980 y 2000,
Iturbide fue invitada a trabajar en Cuba, Alemania Oriental, India, Madagascar,
Hungría, París y los Estados Unidos, produciendo un importante número de series
fotográficas.
Ha expuesto individualmente en el
Centro Pompidou de París (1982), el San Francisco Museum of Modern Art (1990),
el Philadelphia Museum of Art (1997), el Paul Getty Museum (2007), la Fundación
MAPFRE de Madrid (2009), el Photography Museum Winterthur (2009) y la Barbican
Art Gallery (2012), entre otros. Iturbide ha recibido los principales
galaoardones fotográficos del mundo. Entre ellos, el premio de la W. Eugene Smith Memorial Foundation en 1987;
el Grand Prix Mois de la Photo en Paris, en 1988; la Guggenheim Fellowship por
el proyecto Fiesta y Muerte, en 1988; el Hugo Erfurth Award de Leverkusen,
Alemania, en 1989; el International Grand Prize de Hokkaido, Japón, en 1990; el
premio de las Rencontres Internationales de la Photographie de Arles, Francia,
en 1991; el premio Hasselblad en 2008 y el Premio Nacional de Ciencias y Artes
en Ciudad de México, en 2008. Además, ha sido
Doctora honoris causa en Fotografía por el Columbia College Chicago en
2008 y también en Artes por el San Francisco Art Institute en 2009.
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