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domingo, 21 de septiembre de 2014

Stephen Shore en la Fundación MAPFRE


A estas alturas ya no cabe ninguna duda de que la Fundación Mapfre sabe escoger muy bien a sus artistas, por eso no es de extrañar que la exposición que se inauguró el pasado día 19 fuera una de las más esperadas para la temporada de otoño en la capital. 

Pablo Jiménez Burillo, director del área de cultura de la Fundación y Marta Dahó, comisaria de la muestra, fueron los encargados de presentar, junto al autor, la exposición más completa que se ha hecho hasta el momento de la obra de Stephen Shore. Se trata de uno de los fotógrafos contemporáneos cuya influencia ha sido más visible y destacada para diversas generaciones de artistas y es una referencia constante  e indiscutible para las nuevas generaciones de fotógrafos. Su contribución al desarrollo  del lenguaje fotográfico ha sido fundamental tanto por su sólida obra como por el aspecto teórico que ha transmitido como docente. 


La exposición de Stephen Shore se articula en torno a un recorrido cronológico por las series más significativas que componen su obra a través de una selección de 250 fotografías, que incluyen desde una serie de retratos experimentales realizados  en 1969 a su amigo Michael Marsh cada treinta minutos durante 24 horas, a algunas de sus series más conocidas como American Surfaces o Uncommon Places. También incluye una selección de sus panorámicas realizadas en las calles de Nueva York entre el año 2000 y 2002. Junto a estas fotografías se presentan dos de sus últimas series realizadas en color: Ucrania y Winslow, Arizona.
 


En los últimos años Shore ha retomado algunas de las cuestiones siempre presentes en su obra a través de una serie de ibooks que viene realizando desde el 2003. Los POD books. Cada uno de estos libros digitales está organizado temáticamente e incluye fotografías realizadas a lo largo de un solo día. Además el fotógrafo se declara un entusiasta de las nuevas tecnologías y de Instagram.



La muestra, que ha sido producida por la Fundación MAPFRE, tras su estancia hasta el 23 de noviembre en la Sala  de Bárbara de Braganza, 13 de Madrid, será objeto de una gran itinerancia internacional, presentándose entre otros lugares en Les Rencontres d’Arles en Francia, C/o Berlín en Alemania, CAMERA, Centro Italiano per la Fotografía de Turín y Huis Marseille en Ámsterdam. 

 © Stephen Shore

 ©Stephen Shore

sábado, 20 de septiembre de 2014

El Festival Agra Directo transformará el barrio coruñés del Agra del Orzán con casi una treintena de actividades culturales



Del 29 de septiembre al 26 de octubre las calles, plazas, espacios públicos  y comercios del barrio coruñés del Agra del Orzán acogerán un nutrido programa cultural

Talleres de diferentes disciplinas, intervenciones artísticas en espacios públicos, encuentros vecinales, performances, conciertos, exposiciones de fotografía o ilustración son algunas de las actividades que se llevarán a cabo a lo largo de cuatro semanas

La iniciativa implicará a los sectores económico y sociocultural del barrio a través de sinergias entre creadores, ciudadanos y empresarios

La sección oficial se vertebrará en cuatro ejes temáticos tales como arte urbano, fotografía, sostenibilidad y las artes escénicas a través de actividades en las calles y con el Centro Ágora como sede central

Por su parte, el Festival Off organizará cerca de una veintena de propuestas culturales de la mano de artistas locales en comercios y bares del barrio durante los fines de semana del mes de octubre
Abierto el plazo de inscripción gratuito para el grueso de las actividades a través de la página web del festival o presencialmente en el Centro Ágora

Agra Directo forma parte del proyecto Urbana C de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de A Coruña con la financiación de los fondos europeos FEDER

Más información www.coruna.es/agradirecto 

La revista Matador publica un número extra dedicado a los clubs privados más exclusivos e influyentes de la historia



Matador dedica un número extra al mundo de los clubs. Una mirada a un mundo secreto, al alcance sólo de sus miembros, que tiene características similares en todo el mundo: el derecho de admisión, la privacidad,  normas en ocasiones insólitas… Coincidiendo con la reciente inauguración en Madrid del Club Matador, la revista repasa la historia de los clubs privados analizando para ello tres clubs actuales e indaga, a través de imágenes y de magníficos textos, en los motivos de su éxito eterno. Un número que invita no a mirar por el ojo de la cerradura, sino a traspasar esa puerta donde dice Members only para descubrir las maravillas que se ocultan detrás.

¿Existe algo más atractivo que lo privado, lo prohibido, aquello que no está al alcance de todo el mundo? Los clubs han existido siempre, desde la antigua Roma, y muchas instituciones a lo largo de la historia se han organizado como clubs privados, desde la orden de los Templarios hasta el mismo Parlamento inglés. Hoy, el éxito de los clubs se basa precisamente ese matiz de “privado” en un mundo donde las tecnologías hacen imposible la privacidad de casi nadie. Pero siempre hay algo de exhibicionismo en quien se encierra en un club, así como hay voyeurismo en quienes quieren mirar por el ojo de la cerradura lo que sucede en el interior.

Este número especial de Matador abre con un texto Elogio sin refutación del garrote firmado por el escritor y diplomático Miguel Albero en el que desempolva con ironía la etimología de la palabra club desde su origen - primera acepción inglesa para garrote- hasta lo que implica hoy día. Desde el primer club privado que se conoce, el White's (1693) hasta el Anglo-German Club (1948), el abecedario, con fotografía de Jane & Louise Wilson, enumera los clubs más veteranos de la historia. Porque el club es Un invento inglés tal y como recuerda Luis Goytisolo en un divertido diálogo ficcionado.

La sección Matadores está dedicada a tres miembros de algunos de los clubs más exclusivos del mundo que tienen como denominador común el éxito profesional a caballo entre Madrid y Londres. El prestigioso diseñador gráfico Fernando Gutiérrez, socio 199 del Club Matador, biografiado por otro grande del diseño, Mike Dempsey; la diseñadora de moda Desiree Mejer, socia 8.268 del londinense The Groucho Club por el periodista de Wallpaper Simon Mills; y el empresario multimedia Bastian Manintveld, socio 10.077 de The Hospital Club en palabras del editor y publicitario Emilio Saliquet.  Gutiérrez, Mejer y Manintveld, retratados por Jordi Socías.

La colección de fotografías del galerista Jorge Mara descubre el ambiente secreto de Nueva York entre los años 30 y 60, en blanco y negro. Nombres claves del jazz de la época, Lena Horne -en la portada del número- Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Benny Goodman, Sonny Stitt o Betty Carter protagonizan el primer monográfico de este número. Las acompaña el texto Un enjambre de sonidos cruzados, el periodista cultural Eduardo Hojman, que repasa la época dorada de los primeros clubs de jazz y su innegable legado.

El recién inaugurado Club Matador de Madrid protagoniza dos capítulos y se muestra por primera vez al público. En Interior, el fotógrafo Juan de Sande recorre las habitaciones vacías de un viejo piso de Madrid. Su cámara registró durante dos meses las huellas del tiempo antes de que allí naciera el Club Matador. El artículo La fotografía es un arma con retroceso de Manuel Fontán del Junco analiza el trabajo fotográfico de de Sande. En el segundo capítulo dedicado al Club, Chema Conesa retrata al equipo y algunos de los socios del exclusivo local situado en la calle Jorge Juan. Enric Pastor, subdirector de AD Architectural Digest, ensalza su diseño interior en el texto Elogio del confort; el crítico gastronómico Fernando Point cata la exquisita carta de Yolanda Olaizola, chef del restaurante, en La Cocina. Guisos, nostalgia y modernidad; con Sonrisa, discreción y cócteles, el barman Luca Anastasio rinde tributo a la barra de un bar; la comisaria Lorena Martínez de Corral contempla las colecciones de arte de los socios del club en Un punto de encuentro; el periodista Rodrigo Fresán desgrana la programación y fondos culturales del club en el texto El color noir; y por último Pau Andrés, director de Club Matador, desvela en Tres palabras qué es y cómo surgió la idea de hacer realidad el club.

Los clubs privados también se cuelan en los relatos de clásicos de la literatura incluidos en este número: Las memorias de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle; El Club de los Negocios Raros, de G. K. Chesterton; Los documentos póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens; Jovencitos con botines, de P. G. Wodehouse; y La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne.

Las ingeniosas e hilarantes reglas del juego de The Groucho Club, ideadas por el cómico Stephen Fry, preceden el capítulo dedicado al club parisino Silencio, regentado por David Lynch, y que parece sacado directamente de cualquiera de sus películas. El fotógrafo Jean Marie del Moral inmortaliza sus enigmáticas y sugerentes habitaciones mientras que la jefa de prensa del club, Angèle Rincheval Hernu, desvela su entramado en Un nombre que se susurra de boca en boca. Los tópicos del microcosmos de los clubs privados se ponen sobre la mesa en los artículos de Cuando el mundo dejó de ser masculino, de Isabel Tejeda, Reservado el derecho de admisión, de Pedro Mansilla; y La esencia del elitismo, deValerio Rocco.

Cierra Matador Clubs el Cuaderno Negro de Eduardo Arroyo, una selección de fotografías, recortes y objetos asociados al género negro, vehículo vertebrador de la biblioteca del Club Matador, seleccionada y gestionada por el propio Arroyo. Humphrey Bogart y Lauren Bacall en El Sueño Eterno, Rubin «Huracán» Carter, El Lute, o Miles Davis se cuelan en este cuaderno 100% noir. Los relatos de ficción El pozo, de Santiago Roncagliolo; Flores de temporada, de Marta Sanz y Dos vidas, de Luisgé Martín cierran este ejemplar junto a Un mundo feliz de Amy Milne-Smith, un interesantísimo anecdotario de los clubs más importantes.

 ©-Jean Marie del Moral

 ©-Juan de Sande